Mi pueblo natal está en plena llanura manchega, La Roda de Albacete, con sus horizontes sin fin y su luz inacabable, que son elementos que me guían cuando me pongo delante de un lienzo. 

Junto a esta inmensa llanura está otro pueblo, en el que paso buena parte del año, Tébar de la provincia de Cuenca, con su monte bajo adornado de encinas, pinos, olivos y matorrales con interminables caminos que se pierden entre las inclinaciones de su pedregosa tierra. Entre ambos corre con sus hoces y paisajes maravillosos el río Júcar que llega a formar parte de la psicología de esta tierra y de buena parte de mis pinturas.

 

 

Desde hace más de 30 años vivo entre la gran ciudad y la sierra de Madrid, en Las Rozas junto al monte del Pardo con su naturaleza salvaje y riachuelos corriendo entre rocas y vegetación abundante, que acuden con fuerza a mi pincel y se plasman en buena parte de mis obras.